Sabía que la misión en Isla Radical no iba a ser fácil. Nada más pisar la blanca arena de la playa me recibe con una lluvia de cocos un gato negro y mosqueadísimo subido a una palmera. Yuyu. Los esquivo como puedo y me adentro en la espesura, a ver si puedo llegar sin más contratiempos al corazón de esta isla. El tintineante sonido de un embrague en seco me conduce hasta una choza-taller que se alza en medio de un claro. El jefe está hablando en la entrada con un aborigen de negocios y aprovecho y me cuelo por la puerta trasera.
La moto que prepara para el concurso, debe de ser esa, descansa en el elevador y tiene una pinta estupenda. Cuerpo de Yamaha XT y depósito de Ducati deluxe. Saco la minicámara que llevo oculta en el paquete de Lucky y empiezo a sacar detalles del depósito. Hostias, allí, en el logo, esta el gato de nuevo. Me sudan la manos. Aparece de la nada el jefe, me da una colleja (y van …) y se abalanza sobre la moto para que no la siga sacando fotos. El capi parece que estaba en lo cierto, Isla Radical no quiere desvelar nada del proyecto hasta el día del juicio final. Por la puerta aparece de nuevo el gato, trae más cocos, tiró la última foto y raudo y velóz me doy el piro, en busca de la seguridad del carajo.
1 comentario:
emocionante si Sr!!
Viva El Carajo!!
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